Las
empresas que defienden una propuesta de valor que sostenidamente es percibida
como auténtica por un círculo de clientes tienen la lógica tentación de crecer.
No se trata solamente de una ambición natural, se trata de que las empresas van
hacia arriba o van hacia abajo, no están mucho tiempo planas.
La
capacidad de crear oportunidades conlleva el gen del crecimiento. Crecer quiere
decir ampliar equipos, desplegarse en
nuevos mercados, estirar los
automatismos hacia otra dimensión,
seguramente especializar gente y proceso o verticalizarse para buscar
eficiencias en nuevas escalas. Crecer es un desafío enorme que comporta
afrontar un reto decisivo: crecer sin perder el alma. Es decir, crecer sin perder referentes, sin diluir el
compromiso, multiplicando el talento al
ritmo de la facturación, manteniendo
esos vínculos intangibles que permiten percibir la empresa como una comunidad
con trayectoria y con proyecto. Crecer sin dejar de sentir que hay un
acompasamiento entre el crecimiento
corporativo y el de las personas. Crecer leyendo bien los nuevos contextos y aquilatando los nuevos riesgos.
Crecer
sin perder el alma. Me lo repite un
payés emprendedor, un empresario rural extraordinario que sabe combinar global
y local, que no quiere dejar que el éxito se le suba a la cabeza, que no quiere
crecer por crecer, que prefiere sentir el alma a crecer, pero que no quiere
cerrar la mirada a las oportunidades. Me lo dice un alma de empresa que
entiende el crecer como un proceso de
maduración natural. Y semanas después,
continuo pensando en ello, aprendiendo de sus palabras dichas con zapatillas y
al calor de una chimenea alimentada generosamente. Pienso en las empresas que conozco y busco
los momentos y las personas que certifiquen su alma.
(la mirada pertenece a una obra de Raffaelino del Garbo)
Comentarios
Si procuramos tenerlas presentes incluso permiten no solo leer los nuevos contextos, sino contribuir a crearlos.
Un saludo.
Creo entenderlo, pero hasta cierto punto discrepo. A lo mejor es una cuestión de estadísticas: las probabilidades de que una empresa al crecer, "pierda el alma" son cercanas al 100%. Sobre todo si ese crecimiento es geográfico. ¿Por qué? Porque si respetas las culturas locales, lo lógico es reconocer que, o bien amplias el alma "original" o, si quieres mantenerla, lo vas a tener muy difícil.
Por supuesto que si el punto de partida son valores asociados a un alma "universal", entonces me callo. Pero la inmensa mayoría de las veces las empresas al crecer se deshumanizan. Triste, pero evidente.
En cualquier caso, me alegro de que encuentres a personas que tienen la convicción de crecer sin perder el alma. A eso me gustaría añadir que también, como empresa, se puede no crecer. Es una opción. Y cada vez le veo más sentido.
Un saludo.
Éste es un tema del que vamos a tener que hablar mucho. El "alma" de las grandes empresas se reduce a puro marketing, y la necesidad genética del crecimiento es un mantra bastante cuestionable en tiempos donde los costes de transacción se desploman, y las economías de escala pierden importancia en algunos sectores. Un saludo, Xavier :-)
En referencia a lo de no crecer, obviamente es una opción, pero mi pálpito es que las empresas o crecen o decrecen, no duran muchos años planas.
Buen debate, os lo agradezco