Algunas
veces, las empresas más que innovar quieren hacer publicidad con su innovación.
Enseñan a sus invitados centros de investigación llenos de ingenieros o científicos
que acumulan conocimiento en
publicaciones o alardean de esos
espacios desenfadados, llenos de sofás , tecnología y futbolines dónde la creatividad
parece el nuevo demiurgo. Se muestra la
innovación como antes las mansiones señoriales mostraban el invernadero lleno
de plantas exóticas. En ocasiones, estoy
convencido que el talento que congregan, que lo hay, se sonroja por exceso de parafernalia.
El
único escaparate de la innovación es la cuenta de resultados. La única pregunta
que hay que hacer es ¿ qué porcentaje de ingresos y de beneficios está
vinculado a productos y servicios que hace dos años no existían? Lo demás, es publicidad.
(La imagen pertenece a una obra de Rembrandt)
Comentarios
Grandes inversiones de dinero público en la construcción de espacios (novedosos por su diseño y atractivo), que en pocos casos se justifican con los retornos que generan.
Estamos estudiando la última publicación de Scott Doorley y Scott Witthoft titulada "Make Space" de la universidad de Stanford.
Hablan y razonan de la importancia de los entornos de trabajo, para fomentar la generación de ideas.
Sorpendentemente abogan en general, porque estos espacios y su moviliario sea recio y funcional, con muchas ruedas tanto en sillas, mesas y pizarras, de manera que se pueda modificar fácilmente la distribución de los mismos.
Lejos en fin, de muchas salas que se exponen como paradigma del sustrato imprescindible para la concepción ideas que anticipan la innovación.
Un fuerte abrazo, Xavier!